Las noches de Kevin son una pesadilla.
Y no sólo porque el escaso éxito de su música le quite el sueño. El problema es Britney, su mujer y madre de sus dos hijos. Ella tiene actualmente el sueño ligero por si la reclaman sus retoños y si mientras duerme se le ocurre cualquier cosa no duda en empujar y zarandear a Kevin hasta que se despierta. Generalmente no es más que para preguntarle si le apetece salir a comer al día siguiente o si de verdad, de verdad le sienta bien el vestido que se compró el lunes.
El caso es que la pareja se debería de preocupar por cosas más serias. El concierto de Kevin en Nueva York fue cancelado por el absoluto desinterés de los neoyorquinos en disfrutar de la música del californiano. Apenas se vendieron un par de entradas -a 20 dólares- y se suspendió sine die. Al ritmo que ambos gastan sus ahorros, Britney tendrá que volver a los escenarios para sacar a la familia adelante.


