Shia LaBeouf padece estrés postraumático desde los diez años
El actor ha relatado en su última entrevista cómo a los diez años escuchó a un nombre violar a su madre, un episodio que le causó el estrés postraumático que explicaría en parte sus problemas de ira y los encontronazos con la justicia
Que Shia LaBeouf tiene algún que otro problema para controlar su temperamento es algo que él mismo reconoce y que ha quedado de sobra probado en multitud de ocasiones: sin ir más lejos, el pasado verano protagonizó un altercado en Savannah durante el que profirió insultos racistas contra los agentes de la policía -las palabras exactas que utilizó se escuchaban claramente en los vídeos del incidente que se filtraron- y que le llevó meses después a declararse culpable de un cargo de obstrucción a la justicia y otro de alteración del orden público.
Como parte de la condena, el intérprete fue obligado a pasar diez semanas en rehabilitación -empezando el pasado otoño- y, según relata él mismo ahora, fue allí donde descubrió que su propensión a reaccionar de forma violenta se debía al estrés postraumático que padecería desde la infancia.
El episodio que provocó que Shia desarrollara este trastorno mental tuvo lugar cuando era aún un niño de diez años, poco después de que su familia se mudara a un problemático barrio en el Valle de San Fernando: un día, de regreso a casa, la estrella de Hollywood escuchó a un desconocido violando a su madre.
"Recuerdo que me quedé congelado. El hombre huyó corriendo y mi madre fue detrás de él. Uno de nuestros vecinos apareció a toda prisa, y recuerdo que llevaba consigo un arco", recuerda ahora el antiguo protagonista de la saga 'Transformers' en una sincera entrevista a la revista Esquire.
"La primera que me arrestaron por un delito de verdad, se debió a esa misma mi**da. Un tipo chocó contra el coche de mi madre en un aparcamiento, y en mi mente apareció la idea de: 'Tienes que vengar a tu madre', así que fui a por él con un cuchillo en la mano", explica para ilustrar el sentimiento de alerta extrema que le acompaña desde entonces y que le ha llevado a dormir desde hace años con una pistola bajo la almohada.
"Siempre tuve la impresión de que iba a pasar algo, toda mi vida", se justifica.
Los encontronazos con la justicia de la estrella y sus salidas de tono durante la promoción de sus filmes han acabado por convertirle en persona non grata para los grandes estudios -"Nadie me quiere dar una oportunidad", asegura-, pero su último paso por rehabilitación parece haber marcado un antes y un después en el plano personal.