Johnny Depp se siente orgulloso de su vida en exceso
En su nueva entrevista a la revista Rolling Stone, el actor hace referencia a su consumo de diversas sustancias y a las cifras astronómicas que gasta al mes en vino.
Han sido unos años duros para Johnny Depp. Desde su divorcio de Amber Heard, el actor parece haber caído en una espiral de autodestrucción que se ha traducido en un preocupante deterioro físico y algún que otro escándalo profesional.
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A nadie le pasó desapercibida, por ejemplo, su desorientación y dificultad para expresarse en la premiere londinense de 'Asesinato en el Orient Exprés' y las malas lenguas aseguran que el rodaje de la última entrega de 'Piratas del Caribe' resultó una pesadilla por culpa de sus retrasos y su incapacidad para memorizar sus diálogos, que debían dictarle a través de un pinganillo.
La última entrevista que acaba de conceder a la revista Rolling Stone no hace demasiado por contradecir esa imagen de estrella en plena decadencia. A lo largo de la conversación, que tuvo lugar durante tres días en la mansión que el intérprete tiene alquilada en Londres, aparecen varias referencias a su consumo regular de diversas sustancias intercalados con comentarios acerca de sus experiencias con drogas como los quaaludes -"Te hacen divertirte con tus amigos, o querer fo**ar o pelear", afirma- o mañanas iniciadas con un vaso de vodka en la mano mientras escribía sus memorias.
"Tom Petty y yo solíamos llamarnos y preguntarnos: '¿Sigues fumando?', y él me decía: 'Sí, sigo fumando'", recuerda acerca del fallecido roquero. "Me hacía sentir mejor, pensaba que si Tom fumaba entonces no pasaba nada porque yo también fumara. Le quería mucho", asegura en un momento de la entrevista, que al parecer arrancó con Depp preguntando si podía fumar hachís.
Lejos de tratar de mitigar su fama de 'bon vivant', Johnny Depp realiza sin ningún complejo declaraciones del tipo: "Resultante insultante que digan que me gastaba 30.000 dólares en vino, porque desde luego era mucho, mucho más" o "Y por cierto, disparar a Hunter al jo**do cielo no me costó tres millones, sino cinco".
El único momento en que se pone serio para defender su reputación llega ante la mención del infame pinganillo. Aunque admite el uso del dispositivo, matiza que no lo necesitaba para que le recordaran el guion.